¿Por qué siempre tengo hambre? No importa que hayas terminado de desayunar, almorzar o incluso de cenar. Al poco rato se enciende un botón de alarma y ese vacío en el estómago te arrastra de nuevo hasta la nevera o a ese rincón de la cocina en busca de algo que sacie, de algo que alivie el ansia, las ganas, el capricho y ese agujero negro que siempre pide más.
¿A qué se debe este tipo de situaciones? ¿Es posible pasarse todo el día sintiendo hambre? Sabemos que el hambre fisiológica es diferente de la emocional y que, en ocasiones, factores como la ansiedad o el estrés pueden distorsionar esta necesidad biológica. Sea como sea, hay algo evidente: son muchas las personas que viven a diario esta realidad.
Bien es cierto que lo intentan controlar a duras penas, que cuidan de sus horarios, pero aun así resulta complicado calmar y controlar esa señal fisiológica que nos clama alimento, que nos demanda algo dulce, algo salado, algo que llevar a la boca para apaciguar el sonido del estómago…
Profundicemos un poco más en este tema.
¿Por qué siempre tengo hambre?
Podríamos decir que preguntarnos “¿por qué siempre tengo hambre?” a todos alguna vez. Por ello, hay algo que todos deberíamos saber para empezar. La industria alimentaria invierte grandes cantidades de dinero para conseguir que sintamos deseo de consumir ciertos productos, casi a cada momento. Y lo hacemos sin necesidad de tener hambre fisiológica. ¿Cómo se explica esto?
Gran parte de los alimentos que consumimos son una explosión de almidones, azúcar, grasas, sal, glutamato monosódico y también de las llamadas excitotoxinas. Esto último son, básicamente, aditivos alimentarios que nos generan no solo una sensación de placer al consumir ciertos productos. Por si no fuera poco, nos dejan con ganas de más.
Veamos esta y otras causas asociadas a la sensación de hambre constante.
Los alimentos con potencial adictivo y la mala alimentación
La mala alimentación y el ansia por comer ciertos productos puede generar un círculo vicioso nada adecuado. Por lo general, una buena parte de los trastornos alimentarios llegan por esa adicción a alimentos nada saludables, pero que sin embargo son inmensamente apetecibles.
Este hecho viene estudiándose desde hace décadas. Trabajos de investigación como el realizado en la Universidad de Salzburg (Austria), por ejemplo, destacan lo siguiente:
- Muchas personas experimentan una incapacidad para controlar el consumo de ciertas comidas apetecibles (las calóricas y muy procesadas). Son productos con potencial adictivo que les generan hambre de forma continuada.
- Esta sensación de hambre no es fisiológica, es resultado de los mecanismos cerebrales que orquestan los procesos de adicción. Algo así puede encaminarnos hacia situaciones tan límite como los atracones (comer aun estando lleno solo por el ansia, consumir productos a escondidas, comer grandes de comida en un tiempo determinado, etc.).
Es importante que consumamos alimentos naturales en la medida de lo posible. Son saciantes y carecen de los aditivos que impulsan a que sintamos ganas de comerlos de manera regular.
El estrés, el aburrimiento, la ansiedad: el hambre emocional
Gran parte de nosotros, cuando preparamos la comida, no lo hacemos por la necesidad de nutrirnos y seguir vivos. Comemos para saciar nuestras emociones. Y, en muchos casos, para darles un refugio y apaciguarlas… Emociones, como la frustración, la ansiedad, la infelicidad o incluso el aburrimiento pueden hacer que siempre tengamos hambre.
Estudios como los realizados por Kandiah y col. (2006) de la Universidad Ball State (Indiana) nos demuestran que cuando experimentamos épocas de estrés, se eleva el consumo de alimentos dulces, postres, pizzas, hamburguesas…
Lo que sentimos es siempre una de las explicaciones más comunes a ese por qué tengo siempre hambre.
El mal descanso nocturno
Este dato puede sorprender a más de uno. ¿Qué tiene que ver el descanso nocturno con la sensación de hambre? En realidad, mucho. Un sueño de mala calidad altera las hormonas. Si ese mal dormir es persistente y se mantiene en el tiempo impacta en los ritmos circadianos y con ello surgen, entre otros problemas, déficits en elementos como la leptina y la grelina.
¿Y qué implicación tiene esto? Pues que sentiremos más hambre y menos sensación de saciedad.
¿Por qué siempre tengo hambre? El efecto secundario de ciertos fármacos
Gran parte de los fármacos no son inocuos y pueden presentar efectos secundarios. Todos tratan con efectividad determinadas dolencias, son útiles y median en la calidad de vida. Ahora bien, en ocasiones presentan ciertos efectos que pueden impactar en los hábitos cotidianos.
- Entre los medicamentos que inducen el apetito y que pueden hacer que sintamos hambre de manera continuada se encuentran, por ejemplo, los antipsicóticos, como la clozapina, y también los antidepresivos o estabilizadores del estado de ánimo.
- Asimismo, los corticosteroides también suelen tener ese efecto.
Para concluir, bien es cierto que el origen de ese hambre insistente que nos devora por dentro y que anhela productos poco saludables está casi siempre en nuestras emociones. No obstante, también hay otros factores que no podemos descuidar y que tienen que ver con los hábitos de vida: el mal descanso, las dietas muy restrictivas…
Es importante en todos los casos consultar con un especialista, sobre todo si la situación se ha vuelto una constante en nuestra vida. Más allá de subir de peso, están los riesgos evidentes para la salud. Tengámoslo presente.