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Es un momento puntual tomando café con un amigo, es una sensación de hormigueo al ver esa persona que hace mucho que no vemos… son momentos, sensaciones, estados.
La felicidad no es un lugar al cual llegar. Este mito fue uno de los que más perduró en el tiempo, porque nos hizo creer que debemos tener o lograr ciertas cosas en la vida para ser felices.
“La felicidad se ha convertido en un negocio. Libros, conferencias, congresos… Y creo que no está del todo mal que pase eso porque igual que se venden otras cosas menos importantes, ¿por qué no vender felicidad?”, plantea el psicólogo español David Salinas.
“El punto es que no hay que engañar a la gente, no hay que venderles a las personas un modelo de vida idealista que sea irreal. Les puedes decir a las personas que está bien hacer cosas para sentirse bien y para aprender a crecer personalmente, pero no todo se basa en la felicidad”, propone.
Las emociones positivas
Se sabe que las emociones positivas existen y que podemos llegar a hallar un bienestar duradero, que es algo inestable y no siempre fácil, pero que realmente sí existe. Aun así, hay muchas personas que afirman no poder encontrar la felicidad, no merecerla o no saber mantenerla. Pero obedece más a construcciones sociales y a vivencias personales que a la realidad global.
“Obligarse a estar contento cuando uno tiene razones válidas para estar triste o fingir que todo está bien con alguien que lo ofendió o lo dañó es una tarea demasiado forzada. Sería una locura pretender estar feliz todo el tiempo”, resume la licenciada en psicología y psicopedagogía Viviana Kelmanowicz (M.N. 20.286).
En respuesta a este malentendido tan frecuente, la licenciada Kelmanowicz aclara: “Incluir la psicología positiva en la vida cotidiana no significa tener un humor elevado, permanente, ni evitar el conflicto y la negatividad. Es otra cosa, es trazar rutas de acceso al bienestar validadas empíricamente”.
Agrega que los conceptos podrían ser utilizados y pensados como luces que permiten a las personas y sus contextos escapar de pequeñas peceras, laberintos y mandatos tradicionales al valerse de lo mejor de sí mismos.
“Para estar bien no hace falta cambiar de vida, ni hacer giros radicales, sino vivirla de otra manera, con conciencia y conforme a tus valores, aceptándonos tal y como somos, sabiendo que somos perfectamente normales dentro de nuestra preciosa imperfección. Ese es el secreto para comprender que todo merece la pena”, expone la psicóloga Silvia Álava.
Los expertos coinciden en que la felicidad se basa en el agradecimiento y en la capacidad de disfrutar y valorar lo que tenemos. Y no solo se refieren a lo material, sino también a las relaciones interpersonales y a la autopercepción de nosotros mismos.