En el mundo hay distintos tipos de bosques; desde las secuoyas gigantes de California a las centenarias araucarias neuquinas, desde el que se “viste de oro” en Zapotillo, sur de Ecuador, hasta los multicolores tonos rojizos y ocres que adquieren las lengas de la Patagonia sur en otoño.
Pero en el estado de Tlaxcala, en el centro de México, hay uno muy particular, no tanto por las especies vegetales que lo pueblan sino por otros habitantes especiales: el bosque Piedra Canteada, ubicado 100 kilómetros al este de Ciudad de México, desde fines de junio hasta principios de agosto da un espectáculo muy singular, con los parpadeos de miles de luciérnagas que en esa época se aparean y reproducen.
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El bosque está administrado por pobladores de San Felipe Hidalgo (Shutterstock)
Proyecto de vecinos
Con una superficie de 630 hectáreas, el bosque está en manos de 40 familias del pueblo de San Felipe Hidalgo, quienes tres décadas atrás se organizaron y lucharon para adquirir estas tierras forestales y dar vida a un proyecto que conservara el bosque y, a su vez, les permitiera crear sus propias fuentes de empleo.
Y lo lograron: con Piedra Canteada Sociedad de Solidaridad Social llevaron adelante un proyecto integral que incluye el aprovechamiento responsable de los recursos naturales y el Centro Eco-Turístico que, entre otras iniciativas, ofrece visitas guiadas al “show de los bichitos de luz” que duran aproximadamente una hora.
También hay camping, cabañas, restaurante, parrillas, tirolesa, un área de juegos y otra para practicar deportes (www.piedracanteada.com.mx).
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En México se estima hay unas 200 especies de luciérnagas, especialmente en los estados de Veracruz, Oaxaca y Chiapas, y también, claro, en Tlaxcala, donde el bosque de Piedra Canteada sorprende con su “Santuario de las Luciérnagas”.