En 1915, la beata Madre Catalina de María Rodríguez busca dar respuesta a la mujer en situación de vulnerabilidad social. Bajo ese anhelo su esa mística las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús fundan el hogar de niñas “San José” en La Madrid 1180, donde las chicas encuentran una casa donde vivir y la posibilidad de estudiar en el colegio de las Hermanas Esclavas ya fundado en Tucumán. El 15 de este mes el hogar cumplirá 106 años. Pero ya no es el mismo. Convertido en centro de día, no sólo recibe a niñas, sino también a niños y adolescentes. Realiza un trabajo de revinculación con las familias y se dedica de lleno al apoyo escolar.
De lunes a viernes, los chicos pasan hasta siete horas en el hogar, donde reciben almuerzo, merienda y colaciones. Un equipo de docentes, preceptoras y trabajadoras sociales están a su servicio para brindarles todo el soporte profesional que necesitan los chicos y sus familias, cuenta la directora Marta Seliz.
“Los chicos, todos de entre seis y 15 años, vienen de barrios vulnerables como El Bosque, San Miguel, San Cayetano y Miguel Lillo, entre otros. Muchos son hijos de empleadas domésticas que los dejan aquí para que estudien y se alimenten y luego los retiran cuando salen del trabajo. Tenemos 30 inscriptos, pero nos queda espacio para 20 más porque las instalaciones son amplias y con patios al aire libre”, dice.
En el hogar los chicos pueden elegir distintos talleres, además del de apoyo escolar, donde realizan todas las tareas escolares del día. “Aquí tienen internet para realizar las actividades virtuales y fotocopiadora para bajar en papel los documentos que les envían los docentes”, cuenta. Entre los talleres optativos pueden elegir arte, baile, cocina y yoga. También hay un espacio para padres, con charlas a cargo de profesionales sobre distintos temas sobre la educación de los hijos, los cuidados que hay que tener en la pandemia y temas de interés general.
Los adolescentes tienen un lugar especial. Ellos reciben apoyo escolar pero también multidisciplinario. Las hermanas de la congregación tienen a su cargo la pastoral, aunque el hogar está abierto a todos, sin distinción de credos.
El taller de las hermanas está orientado a la práctica de valores y es un espacio de diálogo sobre temas cotidianos, sobre las vivencias diarias de los chicos. En este espacio ellos pueden expresarse libremente.
Desde hace cinco año la gestión del hogar está a cargo de un grupo de laicos, cuenta Seliz.
Apoyo familiar
“Nuestro tarea diaria es ayudar a que los chicos puedan acceder a todo el material que les piden en la escuela. Para nosotras el desafío de la educación no es negociable, por eso somos muy claros con los padres a la hora de pedirles que todos los niños que traigan al hogar deben estar escolarizados. Nuestra función es acompañarlos en el proceso de aprendizaje y ayudar a las familias en ese sentido”, afirma la directora. Las inscripciones para concurrir al hogar están abiertas todo el año. Sólo se abona una contribución mínima.
Aunque el hogar es centenario, el equipo de profesionales de San José se ha ido renovando y nutriendo de nuevas respuestas cada año. Los chicos ya no se quedan a dormir en el hogar sino que viven en sus casas. La institución trata de reforzar los lazos con la familia. Los frutos se ven a largo plazo. Hoy Marta recibe a las ex alumnas del hogar que llegan de visita al hogar para ver a las hermanas y a sus viejas docentes y a presentarles a sus hijos. Son los frutos de una educación en valores que, como decía la Madre Catalina, ha ido reparando las historias dolorosas de cada niño.