Cuando a fines de marzo se decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio, no había certeza alguna de cuánto iba a durar el confinamiento. Sin embargo, conforme se fue conociendo más sobre la nueva enfermedad, se llegó a una nueva conclusión: todo seguiría igual hasta la llegada de una cura que permitiera volver a la vieja normalidad .
A menos de dos semanas de que llegue la primavera, estación que tradicionalmente trae un clima un poco más cálido, las cifras tanto de contagiados como de fallecidos mantienen en alerta a los profesionales de la salud en la Argentina. Y es que la llegada de la estación primaveral ocurre en uno de los peores momentos de la curva de contagios en el país.
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“El 20 de septiembre se cumplirán seis meses de la llegada de la enfermedad en la Argentina. Todo el tiempo se están pensando y estableciendo protocolos pero no sabemos cuál va a ser el comportamiento social; eso depende totalmente de la gente. Sí se puede decir con certeza que en este momento estamos atravesando una meseta alta de casos a nivel nacional. El AMBA está en un delicado equilibrio, pero también preocupa el alza en las provincias”, dijo a Infobae la médica especialista en medicina interna e infectología María Fernanda Rombini (MN 97087).
Mirando lo que sucedió en el continente europeo ante la llegada del calor, se puede observar un precedente que atemoriza a los profesionales. Cuando comenzaron los días más cálidos, llegaban desde el hemisferio norte imágenes de calles repletas, playas con amontonamientos, y hasta bares colmados de gente sin tapabocas, y ramblas repletas de deportistas que corrían y caminaban sin los cuidados necesarios.
Desde Francia hasta Ucrania, la cantidad de pruebas con resultado positivo por COVID-19 está aumentando bruscamente a medida que más personas salen de vacaciones y se continúan levantando las medidas de confinamiento para permitir que la población se reúna. Alemania reportó el mayor número de casos nuevos desde mayo, mientras que Francia señaló que la situación está empeorando, particularmente en las ciudades de París y Marsella. Grecia también está experimentando el mayor aumento diario de contagios desde el inicio de la pandemia.
En este contexto, Rombini explicó que la evidencia demostró que el calor primaveral no afectará para bien la evolución de los casos: “El ejemplo es el hemisferio norte, donde el virus hizo su pico al inicio de la primavera en marzo y ahora vuelve a resurgir en pleno verano. Hay mucha incertidumbre sobre qué sucederá con el virus en el país”.
“Obviamente que los días más lindos son una invitación a salir a disfrutar del aire libre. Es de esperar que todos nos preocupemos por el uso adecuado de los elementos de protección como la distancia social y el uso correcto del tapabocas. Hay que entender que la vida continúa pero debemos evitar las reuniones multitudinarias y consultar ante cualquier síntoma que hace dudar. Ahora se agregó la situación del interior del país donde hay que intensificar la búsqueda de contagios y contactos estrechos en forma selectiva de cada lugar”, señaló a este medio el infectólogo Lautaro de Vedia, expresidente de la Sociedad Argentina de Infectología.
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Por su parte, la médica infectóloga Cristina Freuler explicó que hay que apelar a un disfrute con cuidado: “Observamos que si uno está al aire libre con el tapabocas bien puesto y respetando la distancia social no hay un riesgo elevado de contagio. Ahora bien, si la persona va a una plaza y toma del mismo mate que del grupo de amigos y probablemente haya consecuencias”.
“La población debe entender que es importante el no confiarnos. El riesgo es que subamos la cantidad de casos y que pongamos al borde del colapso el sistema sanitario. Hay desgaste, y tenemos que aprender a convivir con el virus. Debe haber protocolos en todas las actividades y siempre se debe cumplir con las medidas de protección”, enfatizó Rombini.
De acuerdo a el físico e investigador del Conicet Jorge Aliaga el problema, según su perspectiva, es que “hay personas que por situaciones personales o por personalidad no pueden quedarse quietas y por otro lado es muy difícil para las autoridades sanitarias localizar a tantos contactos estrechos cuando se tiene un nivel de 12 mil casos diarios”.
Según proyectó el físico, “por cada persona COVID-19 positiva, las estadísticas dicen que hay que contactar entre 20 a 30 personas, es decir gente que estuvo cerca o en contacto con los casos sospechosos”. Si se tiene en cuenta que en promedio los últimos días el número de casos ronda en los 10 mil infectados diarios, se tendrían que contactar telefónicamente por día a 200 mil personas, de acuerdo a estas estimaciones.
En ese sentido, Rombini aseguró que la única forma de bajar esta meseta o evitar subir aún más la cantidad de contagiados y fallecidos, es la de seguir respetando las medidas como la del distanciamiento social, el lavado de manos frecuente, uso de barbijo, distanciamiento físico de al menos dos metros con otras personas y reforzar las conductas individuales.