Hace más de un año que las mascarillas se volvieron parte de nuestro día a día. Las llevamos puestas la mayor parte del tiempo y eso, según expertos en dermatología y estética, puede provocar en algunas personas deformaciones de los depósitos de grasa de la cara. De hecho, un nuevo término ha nacido a raíz de esto: maskné, que refiere al incremento de acné provocado por los barbijos. También, se han visto en el mundo más casos de rostros cansados y envejecidos y dermatitis de contacto.
Es sabido que ciertos factores y malos hábitos contribuyen al envejecimiento prematuro de la piel como el estrés, el consumo de alcohol, el tabaquismo, la mala alimentación, la deshidratación y la falta de cuidados estéticos. A eso, se le suma ahora el uso constante de la mascarilla y el alcohol líquido o en gel, que suele resecar mucho la piel.
Según lo explicado por los dermatólogos, el rostro tiene una serie de depósitos de grasa que se encuentran a los dos lados de la nariz, desde los pómulos hasta los ojos. Al respecto, Conchita Pinilla, cirujana plástica y estética, explicó: “Estos depósitos se llaman grasa malar y aportan aspecto juvenil al rostro”. Para la especialista, “la grasa malar es muy superficial y se desplaza fácilmente si se presiona sobre ella o si el músculo facial que la sustenta no está bien entrenado”.
Por eso, sostuvo, la presión constante y diaria de la mascarilla puede “desplazar la grasa, ralentizar la circulación sanguínea y producir retención de líquidos”. En ese sentido, la especialista añadió: “Este desplazamiento puede ir hacia la zona inferior del contorno de ojos y producir ojeras y bolsas pronunciadas. También puede bajar hacia la mandíbula en forma de doble mentón. El resultado de eso es un aspecto facial más envejecido de la edad real de la persona”.
No obstante, esto no sucede con todas las mascarillas, mucho menos con aquellas que no ejercen presión sobre la piel, como es el caso de los barbijos de tela o los de polipropileno. Con Bienestar habló con el dermatólogo Eduardo de Carli (M.N. 58176) que expresó: “En mi experiencia, durante todo este tiempo, es que si se utiliza un barbijo adecuado, que no presione ni deforme la cara, sino que sólo la cubra (tanto la nariz como la boca) y si se mantienen los hábitos de cuidados preventivos del envejecimiento cutáneo, no hay motivo para culpar al barbijo de acelerar el envejecimiento facial. Lo que sí pueden provocar es dermatitis de contacto, dependiendo de su material. Durante todo este tiempo, se observó un aumento de las alergias por contacto en las manos y en el rostro”.
Si bien los científicos afirman que las mascarillas deben ir bien ajustadas al rostro para protegernos del coronavirus, los dermatólogos aclaran que no deben lastimar la piel, es decir, apretar en exceso. Pinilla explicó que es necesario elegir un barbijo que se adapte bien a la cara de cada uno y, al mismo tiempo, tener hábitos diarios para el cuidado de la piel como una buena hidratación facial y de contorno de ojos, y vitamina C. “Hay que poner crema dos veces al día, mañana y noche”, recomendó la cirujana. Otros de sus consejos son poner paños fríos en los párpados (para descongestionar y así evitar la mirada cansada), evitar los alimentos y bebidas que retienen líquidos, y dejar descansar el rostro cuando estamos en nuestras casas, quitándonos las mascarillas.
Envejecimiento de la piel después de los 40
Según De Carli, después de los 40 años es probable que se empiecen a observar arrugas, manchas de la edad y a tener resequedad. La piel también se afina ya que pierde grasa. Se puede tornar menos suave y lisa. “Los cambios que sufre la piel, en personas de más de 40 años, son adelgazamiento cutáneo, deshidratación, flacidez, manchas y arrugas. Entre las principales causas se encuentra la predisposición genética, el envejecimiento fisiológico y los malos hábitos (causas agregadas cómo tabaquismo; alimentación a base de fritos, dulces y grasas; falta de uso de cremas y lociones especiales; y, la más importante que es la exposición solar con y sin filtro).
De acuerdo con lo explicado por el especialista, estos cambios producen “alteraciones de la pigmentación, hiperlaxitud, dilatación de pequeñas arteriolas, desorganización de las fibras elásticas, entre otras”. A su vez, agregó que también se pueden producir en algunos sectores de la piel atrofia cutánea, queratosis solares y por supuesto, lesiones precancerosas y cáncer de piel”, advirtió.