Crítica de Benjamín Harguindey – EscribiendoCine
Se llama Ant-Man and The Wasp (2018) y efectivamente está protagonizada por Scott “Ant-Man” (Paul Rudd) y Hope “Wasp” (Evangeline Lilly) pero quien diga que la historia trata sobre ellos – empezando por el título de la película – está mintiendo. Quizás es para mejor porque no hay nada que distinga a ninguno de los dos de los otros treinta superhéroes de Marvel que recientemente desfilaron por Avengers: Infinity War (2018), salvo las pirotecnias de sus disfraces.
La historia se centra en el rescate, carente de urgencia o importancia, de un personaje que no conocemos, apenas hemos visto en un par de flashbacks y no es útil a la trama de ninguna forma. Claro que reunir a una mujer con su esposo y su hija es una causa noble, pero la mujer en cuestión – la Wasp original, madre de Hope (Michelle Pfeiffer) – jamás se perfila como personaje sino como un artificio de una trama desesperadamente falta de interés humano.
Ayudados por el Ant-Man original, Hank Pym (un Michael Douglasgruñón), la dupla del título se embarca en una aventura por reunir todos los elementos que necesitan para viajar a la “dimensión cuántica” y rescatar Janet van Dyne de su exilio miniatura. La trama adquiere una estructura comparable a la de un show de malabarismo en la que los buenos, los malos y los feos se van robando entre sí los dos o tres MacGuffins que importan a la trama.
Los malos emergen como enemigos circunstanciales motivados más por mezquindad que villanía: hay unos mafiosos que quieren vender los chiches de Pym, el FBI quiere probar que Scott está violando su arresto domiciliario y hay un súper sicario que quiere curar la enfermedad que le da sus poderes. Nadie conoce y a nadie le importa Janet, que al cabo de llevar treinta años reducida a tamaño molecular seguramente no tendría problema en esperar los tres días necesarios para que su rescate no presente tanto problema.
El título de la película sugiere una pareja tan memorable como inseparable pero la relación entre Ant-Man y Wasp es tan nebulosa como irrelevante a la trama. No dependen especialmente uno del otro, no hay una simbiosis que justifique el equipo salvo la conveniencia. Como el resto de las “relaciones” en el universo Marvel, la suya es un noviazgo asexuado que no conlleva emoción, sentimientos ni interés personal y como mucho amerita un beso celebratorio por película.
Lo mejor de la película viene en porciones pequeñas: Douglas y Pfeiffer (ella criminalmente desaprovechada), Rudd que es simpático y resultaría mucho más gracioso si no hubiera otra docena de personajes en modo relevo cómico, y la creatividad visual que conllevan los poderes de achicar y agrandar a voluntad cualquier cosa en el mundo (un edificio se reduce al tamaño de una valija de viaje, manija incluida, y el modo de transporte de los héroes son autitos Hot Wheels). Hay algo de ingenio visual tanto en la acción como en el uso de efectos especiales, pero nada que trascienda la intrascendencia de la historia.
Ant-Man and The Wasp no es especialmente pésima como las peores secuelas de Marvel pero no deja sabor a nada. Presenta entretenimiento vacuo y fugaz al nivel de una caricatura de un sábado a la mañana, el tipo de divertimento inmemorable que no deja nada salvo el vago recuerdo de haberse entretenido un rato.