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Cargado de emociones al estilo Foklore, casi igual de melancólico que Midnights y tan oscuro como Reputation. La línea entre la realidad y la ficción es imperceptible, como en casi todos los proyectos de la artista. Aunque hay indicios claros de que todos los personajes inventados en la obra son un reflejo de ella misma. Vuelve a lugares que parecía haber dejado atrás, pero con sonidos totalmente diferentes. Y a pesar de ello, tiene un tono menos lúgubre que de costumbre. Así es The Tortured Poets Department, el undécimo álbum de Taylor Swift.
Desde un principio, el disco fue planteado como algo novedoso. Lo evidencia, de gran manera, la forma en la que fue anunciado, durante un speech en la última entrega de los Premios Grammy; la campaña de marketing, cargada de misterios y especulaciones; las versiones sobre la supuesta infidelidad en su relación anterior con el actor Joe Alwyn, así como la presencia de los invitados Post Malone y Florence + The Machine. Además, el hecho de que no lanzó ningún sencillo como adelanto de lo que vendría.
Es un relato sobre el dolor que se enmarca dentro de un relato más amplio: la frustración detrás de eso que pudo no haber perdido. Conocida por su ambición y su constante búsqueda de agregar profundidad a sus trabajos, opta por el exceso para contar su visión personal de la ruptura amorosa. La estrella presenta una narrativa que abarca desde la sospecha del desamor («My Boy Only Breaks His Favorite Toys»), pasando por su confirmación («So Long, London»), hasta el necesario de reajuste después de la crisis («Who’s Afraid of Little Old Me?»).
“Fortnight”, en colaboración con Malone, es la encargada de romper el silencio. La canción establece el tono para uno de los mejores desempeños vocales de la artista. Su voz es más madura y expresiva, transitando desde un estilo melódico que la caracterizó en el inicio de su carrera hasta un sonido más potente y lleno de fuerza que se puede apreciar en sus últimos proyectos. ¿Fue demasiado abrir el disco con semejante artista? Pues no, la elección de que sea la primera pista podría parecer audaz, pero tiene todo el sentido para dar la bienvenida al álbum. Sienta las bases de la narrativa, marcando el ritmo y creando una atmósfera que prepara a los oyentes para la experiencia musical que está por venir.
Del total de 31 canciones que conforman el álbum doble, Swift compuso cinco temas en colaboración con Aaron Dessner, miembro de The National y con quien trabajó en Folklore, y ocho con Jack Antonoff, del grupo Bleachers, su productor. Con estos nombres en los créditos, era predecible la variedad de géneros musicales de la obra. Entre los tres logran fusionar estilos que van desde el pop y el rock hasta elementos de synth-pop y folk. Combinan sonidos electrónicos contemporáneos con instrumentos acústicos tradicionales, creando una ambiente que oscila entre lo íntimo y el caos.
La canción que da título al álbum sigue en la lista, condensando en poco menos de cinco minutos el mensaje central de lo que Taylor quiere expresar. Se trata de una melodía de amor aparentemente idílica, pero que en el contexto general del disco no tiene un final feliz, dejando claro que los corazones rotos siguen siendo un tema recurrente en su música y contradiciendo la idea de que había superado esos sentimientos en el transcurso de su anteúltimo proyecto.
(Y hablando de cosas difíciles de superar… es probable que Charlie Puth nunca pase por alto su mención en la canción: “We declared Charlie Puth should be a bigger artist” / “Afirmamos que Charlie Puth debería ser un artista más reconocido”).
Después del primer cuarteto, alcanzamos uno de los numerosos momentos culminantes con “So Long, London”, que representa la aceptación de decir adiós. La artista se despide de un lugar donde fue feliz durante seis años, o al menos eso parece. «You swore that you loved me, but where were the clues? I died on the altar waiting for the proof. You sacrificed us to the gods of your bluest days, and I’m just getting color back into my face. I’m just mad as hell because I loved this place. For so long, London had a good run’ / «Juraste que me amabas, pero ¿dónde estaban las pruebas? Morí en el altar esperando la confirmación. Nos sacrificaste a los dioses de tus días más oscuros, y yo recién estoy recuperando el color en mi rostro. Me enoja tanto porque amé este lugar. Por tanto tiempo, Londres, fue un buen periodo”.
La misma voz, nuevas historias
Swift evita asumir el papel de víctima, y esto queda claro en canciones como «But Daddy I Love Him» —una referencia a «La Sirenita»—, «Fresh Out the Slammer» y «Florida!!!», que marcan un punto de partida para lo que sigue después de la ruptura. La artista canta sobre cómo desatendió los consejos de quienes le sugerían buscar una salida más rápida, optando en cambio por seguir su propio instinto y aprender de su situación actual. No busca superar el trauma emocional y sus consecuencias; más bien, parece deleitarse en su resistencia a seguir las lecciones de otros siguiendo relatos similares al de Olivia Rodrigo en Guts y de Lana Del Rey en Norman Fucking Rockwell.
«I Can Do It With a Broken Heart» es la canción más enérgica del álbum, aunque trata sobre el tener que sonreír entre lágrimas, posiblemente haciendo alusión a la gran alegría que fue su gira The Eras Tour, durante la cual, al parecer, lidiaba con un corazón roto durante al menos parte de su comienzo. «You know you’re good when you can do it with a broken heart» / «Sabes que eres buena cuando puedes hacerlo con un corazón roto», escribe la estrella. Con un toque de ironía, se jacta de ser miserable sin que nadie lo note e invita a quienes duden de su talento a desafiarla en su trabajo.
Tras lanzar el álbum, Swift publicó un mensaje en el que dio más detalles sobre el contenido del disco, como si sus letras no hubieran sido lo suficientemente claras. «Este álbum es una colección de nuevas piezas que retratan eventos, opiniones y emociones de un momento fugaz y fatalista en el tiempo, pero uno que fue a la vez sensacional y doloroso», explicó Swift. «Una vez que hayamos compartido nuestra historia más triste, podremos liberarnos de ella. Y lo que quedará será la poesía torturada”, concluyó.
La tristeza persiste hasta «The Alchemy» una melodía que retoma las temáticas del amor, pero con referencias inusuales y metáforas deportivas. «Shirts off and your friends lift you up over their heads. Beer sticking to the floor. Cheers chanted cause they said there was no chance. Trying to be the greatest in the league. Where’s the trophy?. He just comes running over to me» / “Se quitan las camisetas y tus amigos te levantan por encima de sus cabezas. Cerveza pegada al suelo, y cánticos de vítores porque dijeron: ‘No hay ninguna posibilidad de ser el mejor de la liga. ¿Dónde está el trofeo? Él simplemente viene corriendo hacia mí”.
The Tortured Poets Department aborda el fracaso y el triunfo con la misma sutileza agridulce. En los últimos minutos del disco, la compositora nos regala «The Black Dog», «The Albatross», «The Bolter» y «The Manuscript», con una instrumentación sutil, principalmente acústica y con toques de electrónica ligera. Canciones que funcionan como una autobiografía musical, proyectando al álbum como su obra más impresionante y significativa. Dando un cierre a ese diario íntimo que necesitaba ser escuchado, y que nosotros, necesitábamos escuchar.