El bullying alimenticio existe desde siempre. Hoy en día, los términos gordofobia y flacofobia vuelven a hacerse notar. Y las redes sociales actúan como multiplicadores.
“Todos, sin excepciones, estamos viviendo una situación que nunca antes vivimos. Quedarnos en una casa, aislados, donde el único contacto con los demás pasa a ser virtual, donde nos empezamos a encontrar con uno mismo. La mirada propia, que a veces puede ser demoledora, más la opinión del mundo externo pueden dañar a un enfermo que sufre trastornos alimentarios”. Para la licenciada en Nutrición Agustina Murcho (MN 7888/ MP 3196), “las redes sociales, si bien repudian hechos de discriminación, también los promueven y son la base central de las burlas”.
Así, explicó que “gordofobia es el rechazo consciente o inconsciente por los cuerpos más rellenitos o de mayor peso. Esta fobia la sufren mayormente las mujeres, víctimas de innumerables burlas. Y, de manera contraria, flacofobia, si bien es un tanto menos común que la discriminación hacia los obesos, también existe y no son pocas las personas que sufren acoso por su delgada figura”.
En el Día Mundial de Acción por los Trastornos de la Conducta Alimentaria, la especialista destacó que “la discriminación que sufren los pacientes con trastornos alimenticios es de gran impacto para su salud. El trastorno va más allá de la comida y el cuerpo. La discriminación y la opinión ajena se vuelven un factor clave para que la persona enferma no vuelva a decaer. Claro está que el bullying alimenticio no ayuda en nada”.
“Es de vital importancia que los profesionales concienticen cada vez más sobre los riesgos de salud, y los peligros que puede haber. Argentina es hoy uno de los países con más desórdenes alimentarios del mundo, y las redes sociales son grandes disparadores -señaló-. Y, lamentablemente, la tendencia como país va en aumento”.
Para ella, “ser gordo es tabú, es una burla constante. No se toma real conciencia del impacto que puede tener para la persona que lo sufre”. Y agregó: “Aquellas personas que son vulnerables a desarrollar patologías alimentarias se ven atraídas por cuentas que ofrecen soluciones mágicas, demonizan alimentos, o promueven hábitos nada saludables y el riesgo a que desencadene un desorden alimenticio es mayor. Necesitamos más profesionales que generen conciencia para prevenir trastornos alimentarios y erradicar la mala información relacionada con la alimentación, porque si nos llevamos mal con la comida, empezamos a tener problemas de salud física y mental”.
“Los trastornos de la conducta alimentaria son alteraciones y desórdenes mentales que afectan a la ingesta y al peso de la persona que los padece”, aseguró Murcho, para quien “más allá de estos síntomas, se esconden dificultades psicológicas graves y complejas que repercuten en el funcionamiento normal de la vida diaria de la persona enferma”.
Según explicó la especialista, “los factores causantes de los trastornos de comportamiento alimentarios son una combinación de elementos psicológicos (influencias familiares y conflictos psíquicos) y sociales (influencias de sus pares y expectativas sociales)”. Y añadió: “Afecta mayormente a mujeres, con una proporción de nueve mujeres por cada hombre. No obstante, cada vez se observan más casos de hombres afectados con dichos trastornos”.
En la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria hay que estar muy pendiente de las redes sociales. “La relación entre trastornos de la conducta alimentaria y las redes sociales se volvió indisoluble. Muchas personas buscan en redes sociales otras personas que sufran su trastorno alimenticio y la mala o desinformación también puede repercutir y empeorar un caso de enfermedad”, consideró Murcho.
Lo recomendable para ella “es lograr un hábito de comida sana y evitar realizar dietas que pueden devenir en trastornos alimenticios, sin la necesidad de eliminar ningún alimento de nuestra vida”.
“Aprovechar el estar en casa para cocinar en forma saludable, siendo consciente de lo que se come, lograr armonía en las comidas pero no privarse de todo, ni tener días a puros excesos. Si bien sabemos que en los momentos de crisis o angustia aparecen propuestas tentadoras, no hay que alarmarse”, concluyó.