La vida de hoy está regida por el poder y las obligaciones. Vivimos corriendo contra el reloj, al límite, y descartamos las actividades que realmente nos dan placer, para cumplir con los miles de compromisos que nos acechan.
Aturdidos, vamos perdiendo de vista aquellas cosas que nos generan bienestar. Rara vez nos detenemos a pensar qué es realmente lo que necesitamos para ser felices. ¿Dónde quedaron nuestros sueños, nuestras ganas, nuestra propia esencia? Parar un poco y escuchar a nuestro corazón es el primer paso para romper esta rutina tóxica.
Muchos psicólogos coinciden en que la sociedad está cambiando abruptamente y se está inclinando por encontrar nuevas formas de satisfacción personal. Lo superficial, que reina la cotidianeidad actual, quedaría relegada por un nuevo modo de concebir la vida: la simpleza.
Diremos adiós a la comida rápida para darle la bienvenida a la orgánica; apagaremos la tele para leer un buen libro o revista; estaremos menos obsesionados por la tecnología. Lo simple volverá a regir, como si se tratase de una moda retro. Este nuevo estilo de vida propuesto, mucho más sano y positivo, nos permite escuchar lo que realmente necesita nuestro
cuerpo y nuestra mente, elegir desarrollarnos como personas y hacer oídos sordos al mundo del consumo. Guiate por estas cinco propuestas para llenar el vacío existencial y reconectarte con lo fundamental.
Volver a la naturaleza
Muchas veces, los placeres más simples de la vida son justamente aquellos
que más nos llenan de satisfacción. Existen casos de personas que han hecho un cambio radical en sus rutinas y se han volcado a la vida de campo, trabajando en labrar y cosechar la tierra. Sin embargo, no es necesario algo tan radical para lograr reconectarnos con la naturaleza. A veces, una caminata por el parque, respirando profundo y disfrutando del sonido de los pájaros, nos permite renovar energías y sentirnos a gusto, sin que nos importe estar a la moda o encajar en la sociedad.
La felicidad sustentable
Con la crisis global, los intelectuales de todo el mundo replantearon sus prioridades y buscaron descifrar qué nos hacefelices. Dado que el dinero, la familia y el trabajo son los factores que mayormente afectan nuestro bienestar, es posible alcanzar la «felicidad sustentable», dejando a un lado lo material. Esta filosofía propone disfrutar al máximo de cada momento que vivimos, ser agradecidos y tolerantes, evitar compararnos con los demás o criticar la posición ajena, hacer más ejercicio y adoptar una dieta más saludable.
La psicología positiva es la corriente que sostiene este dogma donde lo interno es más importante que lo externo. A partir de estas pautas, la felicidad surge de encontrarnos con el placer y realizar únicamente actividades que nos resulten significativas, para que la sensación de alegría perdure, sea sustentable.
Frenar a tiempo
Cada vez son más las personas que se unen al slow movement, una corriente que lucha contra la falta de tiempo con la que aprendimos a convivir, para encontrar un estilo de vida alternativo. El planteo es muy simple: reconectarnos con esos amigos que ya casi no vemos, encontrar espacio para ir a visitar esos lugares que amamos, darnos tiempo para tomar contacto con nuestras emociones personales, tan postergadas en el mundo del «ya». No se trata de olvidarnos de nuestras responsabilidades, sino de frenar un poco y cumplir nuestra rutina un poco menos acelerados: no hacer todo a la vez, mirar menos el reloj, darnos tiempo para esas personas y actividades que nos hacen bien, y conseguir un hobby que nos permita relajarnos.
¿Ser o tener?
Estamos convencidos de que es normal lucir esa ropa que compramos especialmente para ir al trabajo y manejar orgullosos ese auto costoso que con tanto esfuerzo adquirimos para que nos lleve hasta la oficina –el lugar al que vamos para, en principio, poder pagar esa ropa, ese coche y la casa que tanto queremos–. Pero quizás no somos conscientes de lo vacía que queda nuestra vida mientras corremos a cumplir con todas estas obligaciones. A veces tenemos una curiosa concepción de la normalidad.
La mayoría de las personas nos regimos más por lo que tenemos que por
lo que somos. Pero no todo es comprar y poseer. Es muy importante quereflexionemos sobre nuestras prioridades y seamos honestos a la hora de determinar cuánto necesitamos realmente de todo lo que tenemos para ser felices. Si somos un poco más autocríticos al comprar, reducimos nuestra banalidad y enfatizamos la alegría de sabernos sanos y vivos, vamos a sentirnos mucho más felices.
¡A desconectarnos!
Es importante volver a lo primario para redescubrirnos como seres independientes y desapegarnos de los aparatos. Un día sin computadora, sin televisión, sin MP3 ni videojuegos ni nada que se le parezca puede renovar nuestra energía y desintoxicar nuestra mente. Aunque el alejarnos (al menos un poco) de los bienes materiales, la inmediatez y las corridas pueda generarnos mucha ansiedad, nos servirá para redescubrir que podemos divertirnos por nuestros propios medios y que existen nuevas formas de ser felices, dejando atrás lo superfluo que rodea nuestras vidas y recuperando el equilibrio interno.