Piense en todo lo que comió hasta este preciso instante, en que está leyendo esta nota. ¿Café con leche con medialunas en el desayuno? ¿Una pava de mate dulce con galletitas? ¿Un paquete de snack para calmar la ansiedad? ¿Una milanesa con fritas en el almuerzo? Bueno, Marina Borensztein le va a explicar que esa forma de alimentarse no va más, porque esa forma de alimentarse lo puede enfermar. En su nuevo libro, Así me cuido yo. Una guía para que sanar dependa de vos, la hija del entrañable Tato Bores comparte consejos prácticos, tips útiles y recetas naturistas con las que lleva una vida saludable tras superar un cáncer de mama bilateral. “Fue romper con lo conocido y crear un nuevo paradigma. Yo hoy voy de shopping a la verdulería y mi farmacia está en la alacena de la cocina”, afirma, vaso de agua filtrada de por medio, en una charla con Entremujeres.
Marina Borensztein
Eso quiere decir que por cambiar las comidas, no te enfermás más. ¿Es así?
Exacto. Hace por los menos dos años que no tengo ni un resfrío. La semana pasada me dolió la cabeza porque tuve un disgusto. Pero, cuando llegué a casa, me hice una tetera de té verde en hebras, le agregué cúrcuma y pimienta y… ¡santo remedio!
¿Y cómo se prepara la mente y el cuerpo para ese nuevo paradigma?
Bueno, primero se debe tener mucha paciencia y compromiso. Luego, hay que entender que las tasas de cáncer, diabetes, enfermedades de la piel y alergias varias, sólo por nombrar algunas, van en alarmante crecimiento. En especial, en la cultura occidental donde, o casualidad, se ingiere en exceso carnes, harinas, lácteos y azúcares. Por poner un ejemplo: los expertos en alimentación consciente dicen que la leche de vaca nos descalcifica. Suena raro, ¿no?
Lo que nos enseñan en casa y en la escuela es que la leche da calcio.
Pero parece que ya no. La Universidad de Harvard sacó la copa de leche de su pirámide alimenticia y, no se vos, pero yo a esos tipos les tengo mucho respeto. La leche, al ser un alimento ácido, nos roba las reservas de minerales que tenemos en los huesos y luego caemos en la osteoporosis. No es casualidad que seamos el único mamífero que la sigue tomando una vez que se destetó.
¿De ahí que también le dijiste “chau” a la carne vacuna?
Sí, la dejé hace cinco años y te confirmo que se puede vivir feliz y saludable sin ella. En el pasado, incluso antes de enfermarme, vivía con el hierro muy bajo lo que me llevaba a lidiar con inyecciones y pastillas. ¡Y eso que comía mucha morcilla e hígado! Pero no pasaba nada. Ahora, que como legumbres, vegetales crudos como acelga, berro y brócoli, y lo acompaño con vitamina C, el juego de un limón o naranja por ejemplo, tengo hierro para regalar.
Todas esas verduras verdes las tomás en jugos. ¿Cómo hacés?
Sí, no puedo empezar el día sin uno o dos. A la mañana, que sea verde. Meto en la licuadora kale, espinaca, brotes de trigo, pepino, apio, manzana y jengibre. En el libro doy todas las recetas y también están licuados, que son más dulces al agregarles zanahoria, remolacha y morrón amarillo. Para ser honesta, a mi me costó muchísimo dejar el cafecito de la mañana, pero de esta manera equilibré el PH y gané un shock de vitaminas y energía que me permite continuar con mis actividades laborales. ¡Chau pesadez!
También comés áloe vera y clorofila.
-Sí, ¡dos agentes súper poderosos! Tienen propiedades bastante parecidas entre sí, ambas son una fuente de juventud, aportan enzimas, minerales y fitonutrientes. El áloe es muy importante para mantener el sistema inmunológico alto porque limpia todas esas vellosidades que tenemos en el intestino, el llamando “segundo cerebro”, que es por donde penetran los nutrientes. La clorofila, en tanto, se ubica en el top ten de los alimentos alcalinos. Desintoxica la sangre, aumenta la producción celular y mejora su habilidad para transportar el oxígeno al cuerpo. Hay que saber que las células cancerosas odian el oxígeno y crecen divinas en un ambiente ácido. Por eso evitemos los alimentos de mayor acidez.
¿Y cómo hacemos para cambiar el tipo de dieta ácida por alcalina?
Con más verduras y frutas orgánicas (ver aparte), legumbres, semillas activadas, dátiles, leches vegetales de almendra o coco, agua –si pasa por un sistema de filtrado, mejor-, algas. Por lo general, en los tratamientos oncológicos el paciente tiene prohibido el alimento crudo. Yo cambié esa teoría, porque me di cuenta que lo cocido me caía pésimo. Entonces, empecé con mis enormes ensaladas de los colores del arco iris y, ¿qué pasó? Mejoré. Siempre digo que soy mi propio conejillo de Indias, lo que enseño es porque lo experimenté y dio resultado.
¿Qué pasa con el azúcar?
El azúcar es un veneno y ya está comprobado. En el capítulo de “Los chau” explico que para realizar el PET, una prueba de diagnóstico para saber si en el cuerpo hay o no metástasis, te inyectan glucosa con flúor radioactivo y te meten en un tubo. Por dónde va la glucosa es por donde están las células cancerosas, ya que ellas se alimentan de azúcar. Y eso, para mí, es dos más dos. Y punto.
Pero también comparás el consumo de azúcar con una adicción. ¿Es para tanto?
El azúcar es una adicción muy seria. Cuanta más azúcar consumís, más azúcar querés. La doctora Odile Fernández -médica de la familia, superó un cáncer de ovario- cuenta en sus investigación que el hombre primitivo consumía el azúcar que provenía de las frutas y ocasionalmente de la miel, lo que representaba una ingesta de 2,5 kilos al año. Actualmente, el hombre consumo una media de 70 kilos al año. Ella dice que este incremento desmesurado es la causa de la epidemia del cáncer y yo le creo.
¿Y qué se hace cuándo agarra un antojo dulce?
Se puede reemplazar por un batido, un dátil congelado, cereales integrales sin gluten o una batata asada. También, una simple limonada con un poquito de stevia, se toma a pequeños sorbos y listo. Te garantizo que se van las ganas enseguida.
¿Qué le aconsejás a una persona que quiere seguirte en este camino?
Que saque al enemigo de su heladera y del botiquín del baño. Que, de a poco, con esfuerzo, se puede vivir mejor. Es un trabajo personal, como le digo yo, que hay que asumir. Se trata de mover el foco del estilo de vida, lo que pensamos, cómo nos relacionamos. Creo profundamente que la comida saludable es nuestra mejor medicina y si lo reforzamos con ejercicio y meditación, podemos vivir el paraíso en la Tierra.
Así es un día en la vida de Marina. A la mañana, desayuna un jugo verde que le aporta vitaminas y un shock de energía. Le agrega una buena cantidad de wheatgrass, pasto de trigo. Antes del trabajo, cumple con su rutina de natación y yoga, sus dos pasiones.
Marina Borensztein. Gentileza: Editorial Planeta
Marina Borensztein. Gentileza: Editorial Planeta
Marina Borensztein. Gentileza: Editorial Planeta
Marina Borensztein. Gentileza: Editorial Planeta
* Receta para lavar los vegetales
Si no se pueden comprar vegetales orgánicos (son más caros y difíciles de conseguir en el barrio), existen trucos para lavar bien las verduras y frutas. ¡Manos a la obra!
Remojar los alimentos en 4 taza de agua, 1 de vinagre de manzana o blanco. Además, agregar 1⁄4 taza de bicarbonato y jugo de 1 limón. Dejar actuar como mínimo 20 minutos. La misma fórmula se puede guardar y colocar en un rociador para tener siempre un poco a mano.
No es necesario enjuagar. De esta manera, la comida llegará con menos agroquímicos y pesticidas a la boca.
Dirección de Cultura de Yerba Buena
Las Higueritas 1850